Anuncio de miembros del Grupo de Titulares de Bonos de Canje de la Argentina y del Comité de Acreedores de Argentina
NUEVA YORK, 22 de octubre de 2020 /PRNewswire/ -- La reestructuración de la deuda externa argentina cerró hace apenas un mes. Los acreedores se unieron para proporcionar 37.000 millones de dólares estadounidenses de alivio en materia de liquidez y aceptaron una sustancial pérdida de valor para facilitar el camino del país hacia su recuperación, luego de una profunda recesión y la pandemia de COVID-19.
Argentina insistió en negociar la reestructuración de su deuda comercial antes de elaborar un plan económico detallado y negociar un nuevo programa con el FMI. Durante las conversaciones relacionadas con la reestructuración, los tenedores de bonos pidieron especificidad sobre un programa económico en varias ocasiones y mostraron preocupación por lo que ocurriría el día posterior al cierre del intercambio. En respuesta, el ministro Guzmán se rehusó a indicar parámetros específicos de su agenda económica a los acreedores en todo momento, insistiendo sencillamente en que la sustentabilidad fiscal y la reconstrucción de las reservas internacionales eran sus objetivos firmes.
Por desgracia, hasta el momento, las preocupaciones de los acreedores han demostrado ser justificadas. Las autoridades económicas de Argentina no solo no han restablecido la confianza, sino que también las medidas relacionadas con políticas tomadas inmediatamente después de la reestructuración de la deuda empeoraron la crisis económica del país de manera significativa. En lugar de permitir que los precios alcancen un equilibrio e incentiven la actividad económica deseada, el Banco Central reforzó una política de tipo de cambio que promueve las importaciones y desalienta las exportaciones, y ha agotado sus reservas hasta alcanzar un nivel peligroso. La brecha resultante entre el tipo de cambio oficial y paralelo de más del 100 % prácticamente garantiza que las reservas no puedan reconstruirse, un típico caso de una moneda débil que expulsa a una fuerte.
Las medidas adoptadas para obligar a los prestatarios argentinos por lo demás solventes a reestructurar sus deudas han socavado la confianza fundamental en la intangibilidad de los contratos. Al enviar un mensaje de que no se pagarán ni siquiera las deudas sostenibles, las autoridades argentinas han generado alarma entre muchos acreedores, que se preguntan si sus sacrificios para ofrecer una estructura de deudas que Argentina tiene la capacidad de pagar fueron al final inútiles frente a un prestatario que quizás simplemente no tenga voluntad be de pago.
Mientras tanto, la estabilidad macroeconómica parece ser un espejismo cada vez más lejano. Las exigencias fiscales y monetarias de 2020 quizás sean comprensibles, pero es claro que la intención de tener un déficit primario de 4,5 % y total de 6 % en 2021, generado por la emisión de pesos, es tan perjudicial para la confianza local y externa como contraproducente. Ante la ausencia de políticas de anclaje claras y un aparente rechazo a tomar decisiones difíciles, la formulación de políticas económicas atenta contra la misma recuperación pos-COVID que debería impulsar. Mientras que el Gobierno argentino opta por no hacer mención a sus objetivos monetarios o fiscales para 2022 en adelante, los mercados solo pueden asumir lo peor y extrapolar a partir de 2021.
Como resultado, los precios de los Eurobonos son más bajos que después de las elecciones PASO del último año. En lugar de anunciar una reapertura del acceso a los mercados que apoye las evidentes necesidades de inversión de Argentina, las consecuencias de la reestructuración de la deuda suponen un virtual panorama de desolación para el crédito del país. Ya no es realista que el Gobierno argentino atribuya sus pesares al legado económico que heredó. Luego de casi un año en funciones, el Gobierno de Argentina aún no ha propuesto una visión económica coherente y sostenible ni a la sociedad argentina ni a los mercados.
Es necesario romper este círculo vicioso. El Gobierno argentino enfrenta tiempos difíciles y decisiones complejas. Los acreedores ya han cumplido su parte al brindarle a la Argentina una oportunidad histórica para un nuevo comienzo. Ahora, Argentina y el FMI deben hacer lo que les corresponde.
El Grupo Ad Hoc de los Titulares de Bonos de Canje de Argentina está compuesto por 18 instituciones de inversiones, que participaron en su totalidad y de forma voluntaria en la oferta de intercambio de la Argentina que se presentó hace poco mediante una licitación de bonos bursátiles. Antes de dicho intercambio, El Grupo Ad Hoc de los Titulares de Bonos de Canje de Argentina poseía en conjunto el 15 % de los bonos de intercambio pendientes emitidos por Argentina en su contrato de 2005 y su suplemento de contrato de 2010. Los bonos de intercambio fueron emitidos a inversionistas que participaron de los canjes de deuda de 2005 y 2010, en los cuales los bonistas aceptaron voluntariamente grandes reducciones en el valor actual neto para ayudar en la recuperación de Argentina luego del default de 2001. El Comité de Acreedores de Argentina está conformado por 30 instituciones de inversión, que participaron en su totalidad y en forma voluntaria en la oferta de intercambio de la Argentina presentada hace poco. Antes de dicho intercambio, el Grupo del Comité de Acreedores de Argentina poseía en conjunto más del 8 % de los bonos de intercambio pendientes emitidos por Argentina en su contrato de 2005, su suplemento de contrato de 2010 y su contrato de 2016.
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FUENTE Grupo Ad Hoc de Titulares de Bonos de Canje de la Argentina
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